Luego que la Revolución había triunfado, quedaba la tarea más difícil: darle
un orden y una estructura al naciente Estado.
En este aspecto el papel de Vládimir Ilich o Lenin adquiere una
importancia preponderante, ya que comienza a dictar leyes y proclamas, como la
redistribución de la tierra, el inicio de las conversaciones de paz con las
potencias, la abolición de los títulos de nobleza, entre otros.
Pero lamentablemente Lenin enferma de seriedad en 1922 para luego morir en
1924, solo 7 años después del triunfo de la Revolución. Pero antes de morir le
propone a Trotsky una alianza en contra de la burocratización del estado
obrero, enfrentándose a Stalin. Lenin en su testamento escribe que Stalin no es
el indicado para sucederlo y que el más indicado es Trotsky, pero este al
momento de su muerte estaba fuera del país y Stalin aprovechándose de esto
ocupa el funeral de Lenin para posicionarse como figura y heredero de Lenin.
Luego de esto Stalin toma el control del partido y centra sus fuerzas en
entablar "el socialismo en un solo país" en contraste con lo que
señalaba Trotsky con la "Revolución Permanente". Stalin comienza a
una rápida burocratización, poniendo en cargos importantes aliados suyos que
juraban lealtad ante él.
Stalin comienza a eliminar a todos sus adversarios, a Trotsky lo exilia para
luego contratar a un sicario para asesinarlo finalmente en 1940. A Kámenv lo
fusila en 1936, así no dejando vestigios de la esencia del bolchevismo, que
Lenin tanto había trabajado para lograr.
Comienza el proceso de industrialización de la U.R.S.S. con los llamados planes quinquenales para la acelerar la economía nacional. Más adelante firma un pacto de no agresión con la Alemania Nazi que después se rompe con el inicio de la guerra y el intento de ocupación de Moscú.
Finalmente Stalin muere en 1953, en plena guerra fría, dejando una Rusia autoritaria, burocrática y para nada obrera.
La figura de Stalin genera distintas opiniones, unos creen que fue un
dictador genocida y otros creen que salvo a Rusia y al comunismo con sus planes
económicos. Pero lo que no se puede negar es que tanto Stalin como el
estalinismo no son para nada marxistas ni revolucionarios, ya que traicionan el
principio principal del marxismo-leninismo: ¡La Revolución es internacional
o no será!